Dans ce recueil de 13 nouvelles, la jeune autrice mexicaine frappe fort mais juste
Al llegar la carroza ante la puerta primera de la Bastilla, se paró a intimación de un centinela, pero en cuanto D'Artagnan hubo dicho dos palabras, levantóse la consigna y la carroza entró y tomó hacia el patio del gobierno. D'Artagnan, cuya mirada de lince lo veia todo, aun al través de los muros, exclamó de repente: --¿Qué veo? --¿Qué veis, amigo mio? --preguntó Athos con tranquilidad. --Mirad alla abajo. --¿En el patio? --Si, pronto. --Veo una carroza; habran traido algún desventurado preso como yo. --Apostaria que es él, Athos.
--¿Quién? --Aramis. --¡Qué! ¿Aramis preso? No puede ser. --Yo no os digo que esté preso, pues en la carroza no va nadie mas. --¿Qué hace aqui, pues? --respondió D'Artagnan con --Conoce al gobernador Baisemeaux, socarroneria: --llegamos a tiempo.
--¿Para qué? --Para ver.
--Siento de veras este encuentro, --repuso Athos, --al verme, Aramis se sentira contrariado, primeramente de verme, y luego de ser visto.
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