Dans ce recueil de 13 nouvelles, la jeune autrice mexicaine frappe fort mais juste
Al entrar en su cuarto, Roubaud puso sobre la mesa el pan de a libra, el pâté y la botella de vino blanco. En la manana, la senora Victoria habia echado tanto cisco sobre el fuego de la estufa, que el calor se habia convertido ya en sofocante. El segundo jefe de estación abrió una ventana y apoyó en ella sus codos. Esto sucedia en el callejón de Ámsterdam, en la última casa de la derecha, alto inmueble en el que la Compania del Oeste hospedaba a algunos de sus empleados. Aquella ventana del quinto piso, situada en un angulo del abuhardillado techo, daba a la estación, ancha trinchera que, cortando el barrio de Europa, ofrecia a la vista un brusco despliegue de horizonte. Y este espacio parecia aún mas vasto aquella tarde, tarde de un cielo gris de mediados de febrero, de un gris húmedo y tibio que el sol atravesaba.
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