Dans ce recueil de 13 nouvelles, la jeune autrice mexicaine frappe fort mais juste
El pastor Titiro encarece al pastor Melibeo su gratitud a un poderoso bienhechor por haberle restituido una heredad que le habia sido arrebatada, con cuya ocasión lamentan ambos las desgracias que acarrea la guerra civil a los labradores.
(Melibeo. Titiro) MELIBEO ¡Titiro!, tú, recostado a la sombra de esa frondosa haya, meditas pastoriles cantos al son del blando caramillo; yo abandono los confines patrios y sus dulces campos; yo huyo del suelo natal, mientras que tú, ¡oh Titiro!, tendido a la sombra, ensenas a las selvas a resonar con el nombre de la hermosa Amarilis.
TÍTIRO A un dios, ¡oh Melibeo!, debo estos solaces, porque para mi siempre sera un dios. Frecuentemente empapara su altar la sangre de un recental de mis majadas; a él debo que mis novillas vaguen libremente, como ves, y también poder yo entonar los cantos que me placen al son de la rústica avena.
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