"On n'est pas dans le futurisme, mais dans un drame bourgeois ou un thriller atmosphérique"
El abuelo Guixer era un viejecito de piernas baldadas, antiguo pescador, que se pasaba las horas cantando a veces, otras renegando (este era un dejo del oficio), rezando otras, pero siempre conservandose bonachón y candoroso como un nino. Mas pulido era que una azucena; y daba gozo verle, entrado el verano, en el patio de su casa, bajo el emparrado; sus cabellos blancos eran parecidos a la espuma del jabón, su caraza fresca y encendida, su camisa de hilo, basta, fulgurando de limpieza y esparciendo el olor doméstico de la colada, los brazos arremangados, las manos activas, entretejiendo juncos o aderezando cuerdas. No habia hombre mas experto en quisicosas de pescar. Labraba nasas, garbitanas, palangres, mangas... Y él con sus artes, y la mujer haciendo charlar de sol a sol los bolillos en la almohadilla de encajes, sin detenerse mas que lo preciso para acudir en un santiamén a los menesteres de la casa, vivian con suficiente holgura.
Yo, aficionado a la pesca, con la excusa de llevar a componer un volantin o la faz de una nasa, visitaba con frecuencia al buen hombre. Al cabo fuimos excelentes camaradas.
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